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La provincia salteña avanza hacia el resto del país y del mundo con sus nuevos-viejos vinos. El eterno Torrontés y desafío Tannat. Altura, clima, suelo y marketing en perfecta conjunción.
En los últimos quince años,
Para Martin Emilio Krawczyk Pardo –miembro de
Siguiendo con esta inercia, llegaron los premios internacionales, la conquista de nuevos mercados y de a poco algunas de las principales bodegas mendocinas y del exterior (Estados Unidos, Francia y Suiza) comenzaron a descubrir en el norte del país un terreno renaciente con potencial infinito. “Sin duda el valle Calchaquí –comenta Mounier– es la niña mimada de las regiones vitivinícolas de Argentina, por ser limitada y por todo lo que la zona ofrece. Ni que hablar por el interés de nuestro inconfundible Torrontes, además del Malbec y el Tannat”.
Pero no todo es tan reciente. Durante la década del 80, hubo una crisis vitivinícola en el norte que fue apaleada “gracias a que el sector productivo, de la mano de algunos visionarios (técnicos y bodegueros), que se equipó con tecnología moderna; entendieron el mercado consumidor; se capacitaron en el exterior y volvieron su mirada sobre variedades que ya estaban implantadas en la región para comenzar a elaborar vinos de acuerdo al estilo de los nuevos consumidores, pero sin perder su impronta y para mostrar lo que se podía hacer a partir de estos varietales puros”, remarca Miguel A. Fazio, Gerente de Marketing de Finca Quara, y añade: “Así se entiende que hubiera viñedos muy viejos, pero que con anterioridad no recibían toda la atención que se les da en el presente. Hasta la misma Bonarda recibió una mejora en su percepción”.
Un ejemplo de este tipo de caso que menciona Fazio, se dio con
Pero, ¿por qué la provincia norteña se perfila como una de las más aptas para la vitivinicultura?
“La altura, la dualidad térmica, los suelos, el sol y el clima seco son los factores que hacen de Cafayate un terroir excepcional, logrando una concentración única que combinada con la mano de expertos se obtienen vinos de calidad Premium”, afirma Alejandro Pepa, enólogo de Bodega El Esteco de Cafayate. Este concepto de Terroir o terruño se aprecia con mucha fuerza en estas zonas. “La amplitud térmica, hace que las plantas de noche no estén estresadas y sigan sintetizando, por lo que los vinos en general son de muy buen color, aromas y sabores profundos, con taninos intensos y maduros”, recalca Mounier. Esa marcada diferencia entre el día y la noche “favorece las funciones principales de la vid, –explica el sommeliers Martin Krawczyk– como ser el desarrollo de cada una de las bayas y la concentración de los azúcares y los demás componentes que serán responsables del color y los aromas en los futuros vinos”.Este tipo de clima es producto de la altura del lugar, que además está acompañada de la calidad del suelo, un agua excelente y bajas lluvias que permiten una muy buena sanidad: “A mayor altura hay más aireación y mejor radiación solar. En los viñedos de altura se pueden llegar a registrar diferencias de más de 30º C entre el día y la noche”, acentúa Alejandro Rodríguez Aramburu. Con todos estos agentes favorables, y un acertado marketing, se dio en los últimos cinco años el llamado el boom de los vinos de altura. “El turismo enológico y la ruta del vino, abrió el juego a una provincia que era más visitada por extranjeros que argentinos”, señala Lucía Romero, dato con el que concuerdan los expertos.
“Ya sea en Mendoza o en el NOA altura es sinónimo de calidad y en eso se apoya el boom de estos vinos”, dice Rodríguez Aramburu y Pepa agrega: “Logran un estilo de vino con características muy particulares, Cafayate refleja en su único terroir la diversidad que Argentina ofrece en sus diferentes estilos de vinos”.
Pero el proceso fue lento y aún continúa. “Con el diario del lunes y a la distancia uno tiene en claro lo mal que trabajábamos. Lo importante y lo que no es fácil es cambiar la mentalidad y ser abiertos para aprender, por más que se hagan inversiones si nuestra mente no se prepara, de nada sirve. Sabíamos que era un camino a largo plazo”, concluye el reconocido enólogo Mounier.
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